¡ Virgen Santa del Carmelo, acogenos bajo tu manto!

VIRGEN DEL CARMEN, TE PEDIMOS POR EL PROGRESO ESPIRITUAL Y MATERIAL DE ESTE ¡TU CHIVILCOY!

¡Despertemos, llega Cristo!


Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:

Hemos comenzado el tiempo de Adviento, tiempo de preparación a la llegada del Mesías Salvador, tiempo de esperanza.
Quizás podemos llegarnos a preguntar: ¿porqué es un tiempo de esperanza? Porque si leemos la Sagrada Escritura, podremos ver con claridad que, toda ella, nos invita a vivir esperanzados en el día final de nuestras vidas. La preparación de Adviento, nos hace pregustar el día de la venida final del Señor, en el final de los tiempos; y prepara nuestras mentes haciéndonos recordar como debemos estar dispuestos al mismo.
A lo largo de este tiempo, podremos observar como las lecturas nos hablaran de como desde la creación del mundo, nuestro Padre Dios, ante la caída de Adán y Eva, no nos dejo sujetos al príncipe de este mundo; Él prometió la llegada de su Hijo para rescatarnos de la servidumbre del pecado. A partir de allí veremos como los Patriarcas, confiaron firmemente en esta promesa; promesa que posteriormente, los Profetas, anunciaron con gran alegría; ellos no sabían cuando sería el momento, pero si lo estuvieron ellos, y anunciaron que se debía estar preparados.
"Estén preparados, nos recuerda el Señor, porque no saben a que hora vendrá su señor; si a medianoche o de madrugada o a media tarde, para abrirle la puerta apenas llegue". El tiempo de Adviento, nos invita a estar atentos a la llegada del Señor; y ¿cómo debemos prepararnos?.
En un primer aspecto con la Oración: ese momento de intimidad, donde Él entra todo en nosotros, y nosotros todo en Él; conversación sencilla, donde sabemos que nos ve, nos escucha y quiere amarnos con locura. Una oración hecha a conciencia, sin tapujos ni medias tintas, donde le pondremos toda nuestra vida y nuestros proyectos para alcanzar la santidad.
En un segundo aspecto la Confesión: nuestra vida -hacia la llegada de Cristo- esta expuesta a caer en tentaciones que nos alejan de Aquel que es Amor. Pensemos un momento: ¿Cuántos momentos sin orar, sin confiar en Él, sin participar de la Santa Misa?¿Cuántos momentos faltando a mis deberes de padre, de madre, de hermano, de amigo, superior o inferior?¿Cuántas veces hemos dejado que nos encandilen: el placer, el poder y el tener? Todas estas tentaciones solo buscan apartar nuestra mirada hacia aquello que deseamos alcanzar: la Vida Eterna.
Es el Señor, quién nos dice: "Estén preparados". Es el Señor, quién nos invita a realizar un alto en nuestra vida, y dirigir una mirada de amor hacia Él. El Adviento no es un tiempo para para desenfrenos, para comilonas, para borracheras; es u tiempo, para cobijarnos en las manos de nuestro Padre y junto a Él, vernos a nosotros mismos y cambiar.
El tercer y último aspecto, es la la vivencia de la Caridad que no debe quedar solo reflejada en tarjetas postales o en regalos sin corazón. La caridad vivida de forma concreta, siendo generosos con aquellos que están a nuestro lado, especialmente con aquellos con quienes menos frecuentamos. Ellos, al igual que nosotros, esperan la llegada del Señor, y no debemos olvidar que nosotros, podemos ser ese puente para que se acerquen más a Jesús: con nuestros gestos cordiales, con nuestras buenas acciones y con nuestras buenas palabras, podremos mostrarles nuestra espera ansiosa, e invirtarlos a ellos también, a que se preparen para la llegada del Mesías Salvador.
Adviento, tiempo de preparación interior y exterior, tiempo de esperanza gozosa en la llegada de Jesús el Señor, donde buscaremos vivir estos tres ejes: Oración, Confesión y Caridad. Busquemos las oportunidades, no las desaprovechemos; no nos quedemos mirando hacia el lugar equivocado, de donde sabemos, que de allí no vendrá. Preparemos un lugar digno, dentro de nuestro corazón, para el Mesías Salvador; y con vigilante espera, acompañemos a Nuestra Señora y a San José, ya que -junto a ellos- nuestra Oración adquirirá más fuerza; juntos a ellos, el reconocimiento de nuestros pecados, nos llevarán a realizar -a conciencia- una sincera Confesión; y -mirándolos a ellos-, nuestra Caridad será más rápida y alegre, sabiendo que servirá para muchos y para nuestra gloria futura.
Hijos e hijas, de mi amado corazón de padre, los invito a que: estemos prevenidos, estemos alertas, estemos con nuestras lamparas encendidas, para salir -preparándonos desde ahora- junto a los santos cuando Él vuelva.