¡ Virgen Santa del Carmelo, acogenos bajo tu manto!

VIRGEN DEL CARMEN, TE PEDIMOS POR EL PROGRESO ESPIRITUAL Y MATERIAL DE ESTE ¡TU CHIVILCOY!

¡VIRGEN DEL CARMEN!, NUEVAMENTE TE PEDIMOS ¡ACOGENOS BAJO TU MANTO!





Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:

Nos encontramos nuevamente para celebrar un aniversario más. La Madre, como siempre, sale a nuestro encuentro, para demostrarnos que no esta alejada de nuestra luchas cotidianas, nos invita continuamente a mirarla y a elevarle nuestras tiernas peticiones, para que Ella se las presente al fruto bendito de sus vientre. Por eso este año nuestra novena esta centrada en los misterios de la oración que a Ella le gusta tanto: el Santo Rosario

En estos últimos tiempos, como lo hace en cada una de sus apariciones, nos aconseja desde lo mas hondo de su corazón, que le renovemos nuestro amor mediante el rezo del Santo Rosario, arma poderosa para que la bendición del Señor permanezca sobre nosotros, sobre nuestras familias y sobre nuestra ciudad. En esta oportunidad, los invito a que renovemos nuestro amor y depositemos, mediante el rezo del mismo, todo lo bueno que deseemos para nuestra para nuestras familias, para nuestra ciudad y para nuestra Nación, en el año de su bicentenario.

No olvidemos que, se hizo cercana a nosotros, que nos espera y nos da la bienvenida cuando entramos en nuestro templo, porque quiere que todos sus hijos e hijas confíen en su amor maternal. Son muchos los problemas que nos aquejan, son muchas las luchas que nos toca vivir en nuestro trajinar diario, son muchos los sueños, las peticiones, los ideales y proyectos; Ella, solo nos pide una cosa que confiemos en su interseción. Valoremos el Santo Rosario, valoremos esta arma poderosa y contemplemos a través del mismo, que aun hoy podemos ser una viva imagen de Jesús vivo en todos los sitios.

MIERCOLES 07 DE JULIO

SANTO ROSARIO, SU IMPORTANCIA EN NUESTRAS VIDAS

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En vísperas de nuestra Independencia, invitamos a todos los establecimientos escolares para bendecir sus Banderas de Ceremonias

JUEVES 08 DE JULIO

SANTO ROSARIO, AYUDA PARA LA EVANGELIZACION

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En esta Santa Misa bendeciremos a todos los que trabajan en los grupos parroquiales.

VIERNES 09 DE JULIO

SANTO ROSARIO, ORACION PREFERIDA DE LA VIRGEN

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En esta Santa Misa estaremos administrando la Unción de los Enfermos

SABADO 10 DE JULIO

SANTO ROSARIO, SU RECITACION EN FAMILIA

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En esta Santa Misa bendeciremos a TODOS LOS MATRIMONIOS CASADOS O NO POR IGLESIA

DOMINGO 11 DE JULIO

SANTO ROSARIO, CORONA DE ROSAS A LA VIRGEN

10 HS. SANTA MISA DE NIÑOS

En esta Santa Misa estaremos realizando la bendición de niños

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

LUNES DÍA 12 DE JULIO

SANTO ROSARIO, ORACION Y CONTEMPLACION

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En esta Santa Misa estaremos bendiciendo las llaves de nuestras casas y autos

MARTES DIA 13 DE JULIO

SANTO ROSARIO, LA VIRGEN PIDE SU REZO

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En esta Santa Misa bendeciremos los escapularios que se impondrán el día de la Virgen.

MIERCOLES DIA 14 DE JULIO

SANTO ROSARIO, PUERTA DEL CIELO

18 HS. Daremos comienzo con la lectura de las listas de difuntos de nuestra comunidad

19 HS. Santa Misa de Difuntos

JUEVES DIA 15 DE JULIO

SANTO ROSARIO, LUZ EN NUESTRAS VIDAS

18, 30 HS. REZO DEL SANTO ROSARIO.

19 HS. SANTA MISA.

En esta Santa Misa bendeciremos a las futuras Mamás

VIERNES 16 DE JULIO

HONRAMOS A NUESTRA PATRONA

9 hs. Comienza el Rosario continuado en honor a Nuestra Señora del Carmen.

18 hs. Se realizara el Santo Rosario de luces.

19 hs. Santa Misa en Honor a Nuestra Señora del Carmen.

Presidida por nuestro Obispo

Monseñor Agustín Radrizzani

En la misma se impondrán a todos aquellos que lo deseen el Escapulario de Nuestra Señora.


LOS ACTOS CENTRALES DE NUESTRA PATRONA SE REALIZARAN EL DIA 18 DE JULIO DESDE LAS 09 HS. DE LA MAÑANA

DOMINGO 18 DE JULIO

SOLEMNE FIESTA PATRONAL

9 hs: Salve de bombas. Repique de campanas anunciando el “Día de la Virgen”

10 hs: Santa Misa a Ntra. Sra. Del Carmen.

14,30 hs: Concentración de fieles en nuestro templo parroquial.

15 hs: Tradicional procesión con la imagen de la Virgen, por las calles de nuestra ciudad.

16 hs: Santa Misa a Ntra. Sra. Del Carmen.

17 hs: Comienzo de las actividades culturales frente a nuestra comunidad parroquial.

19 hs: Santa Misa a Ntra. Sra. Del Carmen.

20hs: Continuación de los espectáculos frente a la comunidad parroquial.

22 hs: Broche final de la jornada principal con bombas y fuegos artificiales

Con fe, con devoción, con entusiasmo, vamos a vivir esta Novena participando de ella con un corazón abierto y agradecido a esta Madre bajo cuyo manto transcurre la linda historia de nuestra ciudad de Chivilcoy

Los espero y les mando mi bendición.

Su Padre, su Hermano, su Amigo y su Pastor.

Padre Gustavo

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO



I. El Señor elige a los suyos.

¿Qué he de hacer, Señor?, preguntó San Pablo en el momento de su conversión. Le respondió Jesús: Levántate, entra en Damasco y allí se te dirá lo que has de hacer. El perseguidor, transformado por la gracia, recibirá la instrucción cristiana y el Bautismo por medio de un hombre —Ananías—, según las vías ordinarias de la Providencia. Y enseguida, teniendo a Cristo como lo verdaderamente importante de su vida, se dedicará con todas sus fuerzas a dar a conocer la Buena Nueva, sin que le importen los peligros, las tribulaciones y sufrimientos y los aparentes fracasos. Sabe que es el instrumento elegido para llevar el Evangelio a muchas gentes: Aquel que me escogió desde el seno materno y me llamó a su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles..., leemos en la Segunda lectura de la Misa.

San Agustín afirma que el celo apasionado anterior a su encuentro con Cristo era como una selva impracticable que, siendo un gran obstáculo, era sin embargo el indicio de la fecundidad del suelo. Luego, el Señor sembró allí la semilla del Evangelio y los frutos fueron incontables. Lo que sucedió con Pablo puede ocurrir con cada hombre, aunque hayan sido muy graves sus faltas. Es la acción misteriosa de la gracia, que no cambia la naturaleza sino que la sana y purifica, y luego la eleva y la perfecciona.

San Pablo está convencido de que Dios contaba con él desde el mismo momento de su concepción, desde el seno materno, repite en diversas ocasiones. En la Sagrada Escritura encontramos cómo Dios elige a sus enviados incluso antes de nacer; se pone así de manifiesto que la iniciativa es de Dios y antecede a cualquier mérito personal. El Apóstol lo señala expresamente: Nos eligió antes de la constitución del mundo, declara a los primeros cristianos de Éfeso. Nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su designio, concreta aún más a Timoteo.

La vocación es un don divino que Dios ha preparado desde la eternidad. Por eso, cuando el Señor se le manifestó en Damasco, Pablo no pidió consejo «a la carne y a la sangre», no consultó a ningún hombre, porque tenía la seguridad de que Dios mismo le había llamado. No atendió a los consejos de la prudencia carnal, sino que fue plenamente generoso con el Señor. Su entrega fue inmediata, total y sin condiciones. Los Apóstoles, cuando escucharon la invitación de Jesús, también dejaron las redes al instante y, relictis ómnibus, abandonadas todas las cosas, se fueron tras el Maestro. Saulo, antiguo perseguidor de los cristianos, sigue ahora al Señor con toda prontitud.

Todos nosotros hemos recibido, de diversos modos, una llamada concreta para servir al Señor. Y a lo largo de la vida nos llegan nuevas invitaciones a seguirle en nuestras propias circunstancias, y es preciso ser generosos con el Señor en cada nuevo encuentro. Hemos de saber preguntar a Jesús en la intimidad de la oración, como San Pablo: ¿qué he de hacer, Señor?, ¿qué quieres que deje por Ti?, ¿en qué deseasque mejore? En este momento de mi vida, ¿qué puedo hacer por Ti?

II. Llamada de Dios y vocación apostólica.

Dios llamó a San Pablo con signos muy extraordinarios, pero el efecto que produjo en él es el mismo que ocasiona la llamada específica que Dios hace a muchos para que le sigan en medio de sus tareas seculares. A todos los cristianos llama el Señor a la santidad y al apostolado; se trata de una vocación exigente, en muchos casos heroica, pues el Señor no quiere seguidores tibios, discípulos de segunda fila. Pero a algunos, permaneciendo en sus propios quehaceres del mundo, Cristo les llama a una particular entrega para extender su reinado entre todos los hombres. Y cada uno, respondiendo a la vocación específica a la que ha sido llamado, si quiere ser discípulo del Maestro, ha de tener un sentido apostólico de la vida que le llevará a no dejar ninguna oportunidad de acercar a otros a Cristo, que es, a la vez, llevarlos a la alegría, a la paz, a la plenitud.

El apostolado fue en Pablo, y lo es en cada cristiano que vive su vocación, parte de su vida o, mejor, su vida misma; el trabajo se convierte en apostolado, en deseos de dar a conocer a Cristo, y lo mismo el dolor o el tiempo de descanso..., y a la vez este celo apostólico es el alimento imprescindible del trato con Jesucristo. Conocer al Señor con intimidad lleva forzosamente a comunicar este hallazgo: es la «señal cierta de tu entregamiento». Cuando seguir a Cristo es una realidad, llega «la necesidad de expandirse, de hacer, de dar, de hablar, de transmitir a los demás el propio tesoro, el propio fuego (...). El Apostolado se convierte en expansión continua de un alma, en exuberancia de una personalidad poseída de Cristo y animada por su Espíritu; se siente la urgencia de correr, de trabajar, de intentar todo lo posible para la difusión del reino de Dios, para la salvación de los otros, de todos». ¡Ay de mí si no evangelizara!, exclama el Apóstol.

Cuando llevamos la Buena Nueva a otros estamos cumpliendo el mandato que Cristo nos ha dado: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura. Además, la vida interior queda enriquecida, como la planta que recibe el agua necesaria en el momento oportuno. San Pablo nos da hoy ejemplo y nos ayuda a hacer examen de ese interés vivo que tenemos para acercar a los demás un poco más a Dios. Identificado con Cristo —el descubrimiento supremo de su vida—, que no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en redención por muchos, el Apóstol se hace siervo de todos para ganar a los más que pueda. Con los judíos —les dice a los de Corinto— me hice judío, para ganar a los judíos... Me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me he hecho todo para todos, para salvar de cualquier manera a algunos.

Hoy nosotros le pedimos un corazón grande como el suyo, para pasar por encima de las pequeñas humillaciones o de los aparentes fracasos que todo apostolado lleva consigo. Y le decimos a Jesús que estamos dispuestos a convivir con todos, a ofrecer a todos la posibilidad de conocer a Cristo, sin tener demasiado en cuenta los sacrificios y molestias que nos pueda acarrear.

III. El apostolado, una tarea sacrificada y alegre.

San Pablo exhorta a Timoteo y a todos nosotros a hablar de Dios opportune et importune, con ocasión y sin ella; es decir, también cuando las circunstancias sean adversas. Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído. Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos. Parece como si el Apóstol estuviera presente en nuestros tiempos. Pero tú —señala a Timoteo, y en él a cada cristiano— sé sobrio en todo, sé recio en el sufrimiento, esfuérzate en la propagación del Evangelio, cumple perfectamente tu ministerio. Los sacerdotes lo harán principalmente con la predicación de la palabra de Dios, con el ejemplo personal, con su caridad, con los consejos en el sacramento de la Penitencia. Los seglares —la inmensa mayoría del Pueblo de Dios—, ordinariamente a través de la amistad, con el consejo amable, con la conversación a solas con el amigo que parece que se aleja del Señor o con el que nunca estuvo cerca de El... Y esto a la salida de la Facultad o del trabajo, en el mismo lugar donde se pasa el verano... Los padres con los hijos..., aprovechando el mejor momento o creando la ocasión...

Juan Pablo II alentaba a los jóvenes —y todo cristiano que tiene a Cristo permanece siempre joven en su corazón— a un apostolado vivo, directo y alegre: «Sed profundamente amigos de Jesús y llevad a la familia, a la escuela, al barrio, el ejemplo de vuestra vida cristiana, limpia y alegre. Sed siempre jóvenes cristianos, verdaderos testigos de la doctrina de Cristo. Más aún, sed portadores de Cristo en esta sociedad perturbada, hoy más que nunca necesitada de Él. Anunciad a todos con vuestra vida que sólo Cristo es la verdadera salvación de la humanidad».

Hemos de pedir hoy a San Pablo saber convertir en oportuna cualquier situación que se nos presente. Incluso «quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso, no olviden que son en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben portarse como tales con sinceridad», con la sinceridad que expresa un alma que ha constituido a Cristo como eje sobre el cual se organizan todos los demás asuntos de su vida. Hasta los niños — ¡qué buenos instrumentos del Espíritu Santo pueden ser!— tienen su propia actividad apostólica, según señala el Concilio Vaticano II, pues «según su capacidad, son testigos vivientes de Cristo entre sus compañeros».

Es sorprendente, dichosamente sorprendente, la infatigable labor apostólica del Apóstol. Y quien verdaderamente ama a Cristo sentirá la necesidad de darlo a conocer, pues —como dice Santo Tomás de Aquino— lo que admiran mucho los hombres lo divulgan luego, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Pidamos a Nuestra Señora —Regina Apostolorum— que cada vez comprendamos mejor que el apostolado es una tarea alegre, aunque sea sacrificada, y la gran responsabilidad que tenemos respecto a todos los hombres, y particularmente con los que cada día nos relacionamos.


¡Queridos hijos e hijas, Dios me los bendiga!

P. Gustavo

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA


Queridos Hijos e Hijas de mi amado corazón de Padre:

1. La misión del Bautista

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan; éste venía para dar testimonio de la luz y preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto.

Hace notar San Agustín que “la Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único cuyo nacimiento festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo”. Es el último Profeta del Antiguo Testamento y el primero que señala al Mesías. Su nacimiento, cuya Solemnidad celebramos, «fue motivo de gozo para muchos», para todos aquellos que por su predicación conocieron a Cristo; fue la aurora que anuncia la llegada del día. Por eso, San Lucas resalta la época de su aparición, en un momento histórico bien concreto: El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea.... Juan viene a ser la línea divisoria entre los dos Testamentos. Su predicación es el comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, y su martirio habrá de ser como un presagio de la Pasión del Salvador. Con todo, «Juan era una voz pasajera; Cristo, la Palabra eterna desde el principio».

Los cuatro Evangelistas no dudan en aplicar a Juan el bellísimo oráculo de Isaías: He aquí que yo envío a mi mensajero, para que te preceda y prepare el camino. Voz que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. El Profeta se refiere en primer lugar a la vuelta de los judíos a Palestina, después de la cautividad de Babilonia: ve a Yahvé como rey y redentor de su pueblo, después de tantos años en el destierro, caminando a la cabeza de ellos, por el desierto de Siria, para conducirlos con mano segura a la patria. Le precede un heraldo, según la antigua costumbre de Oriente, para anunciar su próxima llegada y hacer arreglar los caminos, de los que, en aquellos tiempos, nadie solía cuidar, a no ser en circunstancias muy relevantes. Esta profecía, además de haberse realizado en la vuelta del destierro, había de tener un significado más pleno y profundo en un segundo cumplimiento al llegar los tiempos mesiánicos. También el Señor había de tener su heraldo en la persona del Precursor, que iría delante de Él, preparando los corazones a los que había de llegar el Redentor.

Contemplando hoy, en la Solemnidad de su nacimiento, la gran figura del Bautista que tan fielmente llevó a cabo su cometido, podemos pensar nosotros si también allanamos el camino al Señor para que entre en las almas de amigos y parientes que aún están lejos de El, para que se den más los que ya están próximos. Somos los cristianos como heraldos de Cristo en el mundo de hoy. «El Señor se sirve de nosotros como antorchas, para que esa luz ilumine... De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna».

2. Nuestro cometido: preparar corazones para que Cristo pueda entrar en ellos.

La misión de Juan se caracteriza sobre todo por ser el Precursor, el que anuncia a otro: vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino el que había de dar testimonio de la luz. Así consigna en el inicio de su Evangelio aquel discípulo que conoció a Jesús gracias a la preparación y a la indicación expresa que recibió del Bautista: Al día siguiente estaba allí de nuevo Juan y dos discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Los dos discípulos, al oírle hablar así, siguieron a Jesús. ¡Qué gran recuerdo y qué inmenso agradecimiento tendría San Juan Apóstol cuando, casi al final de su vida, rememora en su Evangelio aquel tiempo junto al Bautista, que fue instrumento del Espíritu Santo para que conociera a Jesús, su tesoro y su vida!

La predicación del Precursor estaba en perfecta armonía con su vida austera y mortificada: Haced penitencia —clamaba sin descanso—, porque está cerca el reino de los Cielos. Semejantes palabras, acompañadas de su vida ejemplar, causaron una gran impresión en toda la comarca, y pronto se rodeó de un numeroso grupo de discípulos, dispuestos a oír sus enseñanzas. Un fuerte movimiento religioso conmovió a toda Palestina. Las gentes, como ahora, estaban sedientas de Dios, y era muy viva la esperanza del Mesías. San Mateo y San Marcos refieren que acudían de todos los lugares: de Jerusalén y de todos los demás pueblos de Judea; también llegaban gentes de Galilea, pues Jesús encontró allí sus primeros discípulos, que eran galileos. Ante los enviados del Sanedrín, Juan se da a conocer con las palabras de Isaías: Yo soy la voz que clama.

Con su vida y con sus palabras Juan dio testimonio de la verdad; sin cobardías ante los que ostentaban el poder, sin conmoverse por las alabanzas de las multitudes, sin ceder a la continua presión de los fariseos. Dio su vida defendiendo la ley de Dios contra toda conveniencia humana: no te es lícito tener por mujer a la esposa de tu hermano, reprochaba a Herodes.

Poca era la fuerza de Juan para oponerse a los desvaríos del tetrarca, y limitado el alcance de su voz para preparar al Mesías un pueblo bien dispuesto. Pero la palabra de Dios tomaba fuerza en sus labios. En la Segunda lectura de la Misa la liturgia aplica al Bautista las palabras del Profeta: Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba. Y mientras Isaías piensa: en vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas, el Señor le dice: te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

El Señor quiere que le manifestemos en nuestra conducta y en nuestras palabras allí donde se desenvuelve diariamente el trabajo, la familia, las amistades..., en el comercio, en la Universidad, en el laboratorio..., aunque parezca que ese apostolado no es de mucho alcance. Es la misma misión de Juan la que el Señor nos encomienda ahora, en nuestros días: preparar los caminos, ser sus heraldos, los que le anuncian a otros corazones. La coherencia entre la doctrina y la conducta es la mejor prueba de la convicción y de la validez de lo que proclamamos; es, en muchas ocasiones, la condición imprescindible para hablar de Dios a las gentes.

3. Oportet illum crescere… Conviene que Cristo crezca mas y mas en nuestras vidas y que disminuya la propia estimación de lo que somos y valemos.

La misión del heraldo es desaparecer, quedar en segundo plano, cuando llega el que es anunciado. «Tengo para mí —señala San Juan Crisóstomo— que por esto fue permitida cuanto antes la muerte de Juan, para que, desaparecido él, todo el fervor de la multitud se dirigiese hacia Cristo en vez de repartirse entre los dos». Un error grave de cualquier precursor sería dejar, aunque fuera por poco tiempo, que lo confundieran con aquel que se espera.

Una virtud esencial en quien anuncia a Cristo es la humildad y el desprendimiento. De los doce Apóstoles, cinco, según mención expresa del Evangelio, habían sido discípulos de Juan. Y es muy probable que los otros siete también; al menos, todos ellos lo habían conocido y podían dar testimonio de su predicación. En el apostolado, la única figura que debe ser conocida es Cristo. Ése es el tesoro que anunciamos, a quien hemos de llevar a los demás.

La santidad de Juan, sus virtudes recias y atrayentes, su predicación..., habían contribuido poco a poco a dar cuerpo a que algunos pensaran que quizá Juan fuese el Mesías esperado. Profundamente humilde, Juan sólo desea la gloria de su Señor y su Dios; por eso, protesta abiertamente: Yo os bautizo con agua; pero viene quien es más fuerte que yo, al que no soy digno de desatar la correa de sus sandalias: Él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego. Juan, ante Cristo, se considera indigno de prestarle los servicios más humildes, reservados de ordinario a los esclavos de ínfima categoría, tales como llevarle las sandalias y desatarle las correas de las mismas. Ante el sacramento del Bautismo, instituido por el Señor, el suyo no es más que agua, símbolo de la limpieza interior que debían efectuar en sus corazones quienes esperaban al Mesías. El Bautismo de Cristo es el del Espíritu Santo, que purifica como lo hace el fuego.

Miremos de nuevo al Bautista, un hombre de carácter firme, como Jesús recuerda a la muchedumbre que le escucha: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Alguna caña que a cualquier viento se mueve? El Señor sabía, y las gentes también, que la personalidad de Juan trascendía de una manera muy acusada, y se compaginaba mal con la falta de carácter. Algo parecido nos pide a nosotros el Señor: pasar ocultos haciendo el bien, cumpliendo con perfección nuestras obligaciones.

Cuando los judíos fueron a decir a los discípulos de Juan que Jesús reclutaba más discípulos que su maestro, fueron a quejarse al Bautista, quien les respondió: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él... Es necesario que Él crezca y que yo disminuya. Oportet illum crescere, me autem minui: conviene que Él crezca y que yo disminuya. Ésta es la tarea de nuestra vida: que Cristo llene nuestro vivir. Oportet illum crescere... Entonces nuestro gozo no tendrá límites. En la medida en que Cristo, por el conocimiento y el amor, penetre más y más en nuestras pobres vidas, nuestra alegría será incontenible.

Pidámosle al Señor, con el poeta: «Que yo sea como una flauta de caña, simple y hueca, donde sólo suenes tú. Ser, nada más, la voz de otro que clama en el desierto». Ser tu voz, Señor, en medio del mundo, en el ambiente y en el lugar en el que has querido que transcurra mi existencia.

Dios me los bendiga a todos

P. Gustavo