¡ Virgen Santa del Carmelo, acogenos bajo tu manto!

VIRGEN DEL CARMEN, TE PEDIMOS POR EL PROGRESO ESPIRITUAL Y MATERIAL DE ESTE ¡TU CHIVILCOY!

El Bautismo Señor...Nuestro Bautismo


Queridos hijos e hijas, de mi amado corazón de padre:

Cuando leemos el primer capítulo del Génesis, podemos contemplar allí el signo del Bautismo en su más absoluta pureza, cuando dice: El espíritu de Dios, volaba sobre las aguas. Y desde ese primer capítulo nos esta anticipando que todo nacimiento -a la vida de gracia- se da por la acción del agua y el espíritu, y que si faltase uno solo de ellos, no habría vida en plenitud. Sin embargo en un momento de la historia de la salvación esto sucedió.

El hombre -a causa del pecado original- hace que la vida de gracia se aleje de él y todo lo que era puro y bueno, paso a ser hostil y devastador. El espíritu ya no volaba sobre la creación y el agua se transformó en un signo de destrucción y castigo por parte de Dios.

Con Noe, veremos que si bien significa limpieza de una era, es renacimiento de vida nueva; aunque al hombre le quede el hecho de la destrucción. Con Moisés, el agua transformada en sangre, nos puede dar a entender hoy, que sería la sangre que bañaría al mundo y que lo llevaría a la inocencia original, pero no deja de ser un castigo para el hombre alejado de Dios. Con el cruce del Mar Rojo, se da esa gran prefiguración de lo que dejamos -una vez limpios del pecado- que nos pueda esclavizar. Recuperamos la gracia, recuperamos la libertad. Con los Profetas, el agua, se mantiene como signo que provoca caos y en algunos casos, puede no llover durante mucho tiempo buscando la ruina total del hombre, para que al regresar la misma -lluvia- renazca así la vida nueva.

Sera con Jesús, donde estos dos signos vuelven a su estado original, recuperando así la pureza que contenían antes de que el hombre se alejase de Dios. Lo vemos en los textos que nos indican para este domingo particular, cuando dice: se abrieron los cielos y bajo el espíritu, en forma de paloma, y se oyó la voz de Padre que decia, este es mi hijo muy amado.

Lo cierto y doloroso que, a pesar de lo realizado por el Señor, en nuestros días, esta fiesta que debe ser de alegría, no es tenida en cuenta a la hora de realizar la práctica que el Sacramento implica; y seguro hijos e hijas, se preguntarán en su interior ¿Porqué?

De un tiempo a esta parte en la vida de cristiano, el sacramento de Bautismo, se ha transformado en un hecho meramente social; y lo que debe quedar como un recuerdo que incentive al compromiso cristiano, queda como un recuerdo frío y distante, y les diré sólo que, en mi experiencia sacerdotal, he podido constatar que: de cada 10 bautismos, uno es el que viene dispuesto y preparado de lo que se va a realizar.

Hoy, sólo quiero rescatar lo siguiente: el Bautismo es vida, es compromiso, es llamado y es seguimiento del Hijo de Dios. Es el puntapié inicial para el conocimiento de los grandes misterios de Dios y es el comienzo de ese caminar junto a Dios, como sus hijos. Podríamos decir que, es nuestra tarjeta de presentación para acceder a otro gran misterio que es la Eucaristía donde, como hijo de Dios, me configuró con Aquel que amo y se entregó por mi. Es el que acrecienta mi compromiso cristiano, que reafirmó con el sacramento de la Confirmación, comprometiéndome a ser su testigo en medio del mundo. Es aquel que me incentiva a recuperar la inocencia perdida por el pecado y que me espera para limpiarme nuevamente por el sacramento de la Reconciliación. Será el mismo que, cuando llegue a una edad determinada, me abrirá las puertas al sacramento del Matrimonio o del Orden sagrado, dándome la gracia para ejercer con alegría esta misión. Y es el que, al final de mi vida, me abrirá las puertas para contemplar al Padre Celestial que me ama inmensamente, porque me reconoce como su hijo. Todo esto se encierra y todo esto se nos otorga por medio de este gran sacramento que es el Bautismo.

Pero... el hombre de hoy, ¿lo comprende o no? Sabemos bien, que en nuestra vida cristiana, realizamos todo por mera tradición; y en más de una oportunidad no queremos comprender, porque si comprendiéramos todo lo que encierra nuestra fe, todo ello nos llevaría a cambiar y a comprometernos más; pero convengamos que al hombre de hoy si hay algo que le tiene miedo, es al compromiso.

Por eso queridos hijos e hijas, de mi amado corazón, por medio de este espacio, quiero invitarlos a que profundicemos en el ámbito de nuestra fe, que comprendamos que Jesús fue bautizado para devolvernos la gracia de ser hijos de Dios, para comprometernos con el anuncio de la misma, y así, darla a conocer por medio de nuestras obras; manifestando en cada una de ellas, el perdón, la misericordia y el amor que Dios nos tiene, buscando que, a través de nuestro compromiso y testimonio los hombres, por la gracia que un día recibieron por el Bautismo, se salven.

¡Hijos e hijas, Dios, me los bendiga!
P. Gustavo

¡LLEGAN LOS REYES MAGOS!


Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:

Esta solemnidad que nos muestra la manifestación del Hijo de Dios a todas las naciones, nos indica dedicar sobre nuestra vida de visitantes y visitados, podríamos decir.

Los Magos de Oriente, representan a aquellos hombres que, a pesar de su inteligencia y su sabiduría, siempre ante la presencia de Dios, deben acercarse a Él para que, posteriormente, lo lleven a Él y comprendan su propia existencia o identidad.

Ellos, sabían leer los signos de los astros, comprendían cada una de sus manifestaciones cósmicas, el cielo no tenía secretos para ellos y seguramente sus sabidurías no tenían límites. Pero el Señor, que supera todo límite, los hizo caer en la realidad: le presentó en el cielo- ese cielo que no tenía secretos-algo nuevo, al incierto, algo misterioso. Una estrella distinta a las demás, una estrella que iluminaba, podría decirse, más el sol, dentro de la noche cerrada que cubría el mundo. Y todo lo que sabían, caía de bruces ante gran espectáculo celestial, provocando preguntas, dudas y llevándolos a ponerse en camino. Tanta sabiduría, ante lo que Dios debería decirles y mostrarles, estaba mucho más acá que lo que verdaderamente era. Tanta era la duda que tomando sus pertenencias se pusieron en camino.

El camino fue largo: frío por las noches, caluroso durante el día; pero la duda y el porqué eran más fuerte que lo que debían soportar. Un país, un rey y una estrella que conmociono al pueblo; y no muy lejos de allí, un pesebre, un matrimonio y un conjunto de personas que no dejaban de alabar a Dios que:siguiendo una estrella, encontraron a José, junto a María y al Niño recostado en el pesebre. Allí se termino la sabiduría humana, rendida a la Sabiduría Divina; allí se terminaron los secretos cósmicos, para comenzar en los secretos divinos; y dones: oro, incienso y mirra, para Aquel que -desde una cuna- les comunicaba en su interior: conocían todo, pero desde ahora me conocerán a mí.

Hermosa imagen que nos invita a reflexionar en nuestra propia realidad humana. Los hombres siempre andamos buscando respuestas a los signos de los tiempos, siempre buscamos para superarnos, para ser tenidos en cuenta, siempre queremos saber más para que nuestro nombre resplandezca sobre el común de la gente, pero olvidamos que el único Nombre, sobre todo nombre es el de Dios.

Y es por Él, por el cual vivimos, nos movemos y existimos; y hagamos lo que hagamos Él sera lo último que no podremos superar. Es a Él a quién debemos buscar, es a Él a quién debemos comprender, es a Él a quién debemos dejar que actúe porque -al igual que los magos-, estaremos siempre mucho más aca de lo que verdaderamente es.

Buscar al Señor, en cada acontecimiento cotidiano, ya que allí nos comunicará aquello necesario para nuestro crecimiento espiritual y para el bien de los demás.
Acercarnos al Señor, con nuestros dones, que serán nuestras penas y alegrías, nuestros sufrimientos y nuestros trabajos, pero sobre todo: entregarle nuestro corazón, como el don más preciado, para que Él lo tome entre sus manos, lo mire, lo estruje y lo bese.

Si comprendiéramos lo que que Él quiere de cada uno de nosotros, si de verdad nos preocuparamos por conocer sus misterios y no nos detendríamos en afanes de poder y ambición, volveríamos a nuestras realidades cotidianas por el camino que Él mismo nos indique, y comunicariamos con nuestra vida, las maravillas que Dios hace en favor de los hombres.

Imitemos a los Magos, postrémonos a los pies del Señor, entreguémosle lo mejor y lo peor de nosotros, permitámosle que nos tome y nos moldee, par que a través de esto, Él tome posesión de nuestro interior y por haberlo visitado a Él; por Él seamos visitados y lo llevemos a nuestra sociedad, con la alegría propia del que se sabe hijo de Dios.

Pidamosle al Señor, en este día tan especial, que se manifieste en nosotros para que, por medio de nosotros lo manifestemos a Él en medio de los hombres, nuestros hermanos.

¡Dios me los bendiga!
Padre Gustavo

¡Año nuevo, Vida Nueva! Solemnidad de Santa María, Madre de Dios


Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:

Al comienzo del año la Iglesia, celebra en común alegría, la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.De Nuestra Señora podemos decir mucho, pero aun así, quedaríamos cortos ante tanta enseñanza que Ella -nuestra Madre y Maestra-nos trasmite.

Ella, fue preparada "desde antes de la creación del mundo", para que fuese la Madre de nuestro Señor. Su vida, fue una vida sencilla, entregada por completo a lo que la voluntad del Señor le determinaba; y eso lo vemos claramente en cada pasaje de evangelio que meditamos a lo largo del año.

Será en la Anunciación donde contemplamos esa primera entrega generosa: sin prisa y sin pausa, sabiendo que esto sería por el bien del mundo entero. Su expresión de escucha solicita, su intervención sin imposición, su acto de fe y su entrega, nos invita a mirarnos a nosotros mismos y corregirnos en muchas de nuestras actitudes que cometeremos desordenadamente dentro de nuestra propia vida de oración, delante del Señor, que quiere lo mejor para nosotros.

Con la Visitación descubrimos el acto generoso del servicio y el anuncio a los demás. María se sabe hija de Dios, con una misión interior y por ello sale al encuentro de quien la necesita-oportuna o inoportunamente-el mensaje más que guardarlo en el interior hay que contagiarlo para que de fruto y ese fruto sea duradero. Es nuestra madre quien nos lo enseña con alegría sabiendo que, de antemano, nosotros lo que "recibimos gratuitamente debemos darlo gratuitamente", sin mirar las dificultades, sino mirar la acción de Dios en los demás por medio de nosotros, instrumentos inútiles, en sus manos.

Con las Bodas de Cana, María santísima, nos mostrará que-ante las necesidades ajenas- lo que no puedo realizar en obras, lo tengo que realizar por medio de la petición al Señor: "No tienen vino". Nuevamente, no es imposición, es sólo alusión al señor para que el obre y nosotros actuemos bajo su bendición.

En la sinagoga nos enseñara que, ante la acción del Señor, nosotros debemos desaparecer, no buscar ser tenidos en cuenta, por ser quienes somos: es el quién nos enseña y nos invita a vivir la palabra para que seamos parte de su familia. Con María tenemos este ejemplo, es su Hijo el que debe resplandecer y no Ella.

La Pasión, será el cierre de ese acto de entrega terrenal. María al pie de la Cruz, nos muestra que los sufrimientos del mundo, si lo ponemos a los pies de Señor, se verán cambiados en dicha y acción de gracias. Ella nos muestra que el dolor es algo que pasa cuando sabemos qué Dios, detrás del mismo, tiene otra gracia o bendición, para nuestro bien.

Y por último, Pentecostés, Nuestra Señora, unida a los Apóstoles en oración, nos enseña que Ella está junto a aquellos que,-un día llamados por Cristo- para anunciar la buena nueva, deben llevar adelante sin prisa y sin pausa, el mensaje de salvación: alegres, sirviendo, amando y obedeciendo lo que Dios determine sus vidas.
Estas son algunas de las enseñanzas que nuestra madre nos invita a observar dentro de nuestra vida cristiana, para que Cristo llegue a ser todo en todos.

En esta Solemnidad tan especial, no dejemos de pedirle a nuestra Madre, ser verdaderos testigos de su Hijo Jesús. No dejemos de meternos dentro de su Corazón Inmaculado, para que allí, nos instruya y cobije nuestras buenas intenciones en favor del reino de su Hijo y en favor de los demás, sabiendo-junto a Ella-, que no hemos sido nosotros los que elegimos a Cristo, sino que Él no eligió, para dar fruto y que ese fruto sea duradero.

Pidamos a nuestra Madre que nos acompañe nuevamente con su amor, en este nuevo año que comienza.

Los saluda en el señor y los bendice
P. Gustavo