¡ Virgen Santa del Carmelo, acogenos bajo tu manto!

VIRGEN DEL CARMEN, TE PEDIMOS POR EL PROGRESO ESPIRITUAL Y MATERIAL DE ESTE ¡TU CHIVILCOY!

Primer Domingo de Cuaresma



Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:

El miércoles hemos dado comienzo a un nuevo tiempo litúrgico: el tiempo de Cuaresma, un tiempo donde se nos invita a la oración, la limosna y el sacrificio, todo con el fin de convertirnos y de llegar alegremente a la Pascua de resurrección.

El texto evangélico, de este fin de semana, nos relata las tentaciones de Jesús en el desierto.

Jesucristo quiso ser tentado después del Bautismo en el Jordán, porque el cristiano también lo va a ser a lo largo de toda su vida. La gracia recibida por el hombre en el Bautismo y aumentada por las buenas obras está siempre amenazada por el pecado. Pero el Señor, sufriendo El mismo la tentación, nos ayudó a vencerla. No es nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; antes, fue tentado en todo a semejanza nuestra, fuera del pecado (Heb. 4,15). Por esto —continúa San Pablo— hubo de asemejarse en todo a sus hermanos, a fin de hacerse Pontífice misericordioso y fiel en las cosas que tocan a Dios, para expiar los pecados del pueblo. Porque en cuanto El mismo padeció siendo tentado, es capaz de ayudar a los tentados (Heb. 2,17-18).


Satanás tienta aprovechando las necesidades, debilidades y tendencias de la naturaleza humana. Intenta sacar partido a cualquier situación.


La tentación es todo aquello —bueno o malo en si mismo— que en un momento dado tiende a separarnos del cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios. El Señor, después de cuarenta días de ayuno, debe, encontrarse muy débil, siente hambre como sentiría cualquier hombre en sus mismas circunstancias. Y éste es el momento en que se acerca el tentador con la proposición de que convierta en pan las piedras que tiene a su alcance»


Y Jesús saldrá victorioso de todas las tentaciones. Nosotros podemos vencer cada día gracias a aquella victoria. «Cristo era tentado por el diablo y en Cristo era tentado tú» porgue Cristo tomó tu carne y te dio su salvación, tomó tu mortalidad y te dio su vida, tomó de ti las injurias y te dio los honores, y toma ahora tu tentación para darte la victoria. Si fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo? Mírate a ti tentado en El y conócete a ti vencedor en EL Pudo impedir el demonio que se le acercara, pero, de no ser tentado, no te hubiera dado la lección de la victoria» (San Agustín).


Nosotros vamos a sufrir tentaciones a lo largo de nuestra vida. San Pedro lo recordaba a los primeros cristianos: Sed sobrios y estad vigilantes; porque vuestro enemigo el diablo anda dando vueltas alrededor de vosotros en busca de presa que devorar... (1Ped.5, 8) Pero desde que Cristo venció, nosotros, con su gracia, también podemos salir victoriosos y el alma purificada. «No temas nunca la tentación, si tienes bien templado el ánimo, porque la tentación no daña, sino que produce la paciencia (Rom 5, 3)... El fuego no perjudica al oro, ni la tribulación al alma generosa, sino que ambos se purifican» (San Juan Crisóstomo).


El Señor, en su providencia, ha dispuesto que también de las tentaciones saquemos provecho. Es en la tentación donde muchas veces demostraremos al Señor la verdad de nuestro amor. No sólo vuela el pájaro por el impulso de sus alas sino también por la resistencia del aire. Toda tentación vencida robustece el alma y aumenta la gracia santificante.


Y se vence la tentación con la humildad, que nos lleva a huir de las ocasiones, porque desconfiaron de nosotros mismos. «Y, sepámoslo, nunca seremos vencidos más fácilmente por nuestro rival que cuando le imitemos en la soberbia..., ni le derribaremos con más empuje que imitando la humildad de Nuestro Señor, ni le serán nunca nuestros golpes más dolorosos y duros que cuando curemos nuestros pecados con la confesión y la penitencia» (San Agustín).


Y, junto a la humildad y la penitencia, la oración en la que nos apoyamos como en roca firme contra la que, nada puede el enemigo.


Hijos e hijas, vivamos esta Cuaresma a conciencia y pidamos al Señor de la Vida, que no nos deje caer en la tentación, librándonos de todo mal que nos aleje de Dios.


¡Dios me los bendiga!

P. Gustavo