¡ Virgen Santa del Carmelo, acogenos bajo tu manto!

VIRGEN DEL CARMEN, TE PEDIMOS POR EL PROGRESO ESPIRITUAL Y MATERIAL DE ESTE ¡TU CHIVILCOY!

2 de Febrero - Fiesta de la Presentación del Señor.


Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:
Esta Fiesta cierra las solemnidades de la Encarnación y se conmemora la Presentación del Señor, el encuentro con Simeón y Ana (encuentro del Señor con su pueblo), y la Purificación ritual de la Virgen María. La Fiesta de este día comprende dos grandes misterios:la Purificación de la Santísima Virgen y la Presentación de Jesucristo en el Templo. Y se celebra con la Fiesta de las Candelas.
Pero quiero adentrarme un poco más en el mismo, para que juntos ustedes y yo, acompañemos a esta Sagrada Familia que -a través de esta Fiesta- nos quieren dejar una enseñanza aún mayor.
Cuando el Señor dio la Ley a su pueblo, ordeno que las mujeres, por algún tiempo después del parto, se abstuviesen de entrar en el Templo, y de tocar cosa alguna de las que fuesen consagradas al culto. Este tiempo se limitó a cuarenta días siendo hijo lo que pariesen, y a ochenta siendo hija, con la obligación de que, pasado este respectivo término, la madre se presentase en el Templo y ofreciese al Señor en holocausto un cordero en acción de gracias por su feliz alumbramiento, y un pichón de tórtola para expiación del pecado, es decir, de la impureza legal;pero que, si la recién parida fuese pobre, en lugar de un cordero ofreciese otra tórtola, con los cuales, ofrecidos al Señor por el sacerdote, quedase purificada.
Además de la ley que hablaba de la purificación de la madre, había otra que particularmente se entendía del hijo primogénito. Si el primer fruto del vientre de la madre fuere hijo, dice la Escritura, le separaran para el Señor y se lo consagrarán. Por esta ley, todos los primogénitos de los hijos de Israel debían ser dedicados al ministerio de los altares; pero porque Dios había escogido para este empleo a los hijos de la tribu de Leví, ordeno que los primogénitos de las tribus, no debiendo servir en el Templo, fuesen presentados al Señor como primicias que se le debían, y que después fuesen rescatados a precio de dinero.
Esta imagen nos invita a contemplar e imitar:
1. La humildad de Señor en la su Presentación. Una humildad gozosa, porque de este modo cumple la Voluntad de Dios. Nosotros debemos imitar esa entrega incondicionada a Jesús.
2. La Purificación de María es una humilde aceptación de la Voluntad Divina. Una humildad que desborda los estrechos límites dentro de los que a veces, pretendemos encerrar esta virtud. Nosotros, en efecto, somos siervos inútiles, y cualquier humillación en el fondo es justa, pues somos pecadores.
En pocas palabras contemplamos: a la mas pura de todas las vírgenes, que viene a sujetarse a la ley de la Purificación, y el Santo de los santos, el sacerdote Eterno del Nuevo Testamento, que viene a ofrecerse al Señor como sagrada víctima. María Madre de Dios, la mas santa de todas las mujeres, viene a ofrecer un sacrificio de expiación; aquella que jamas contrajo la menor mancha; el Hijo Unigénito del Padre Eterno, el Redentor de todos los hombres, quiere ser rescatado para inmolarse a Sí mismo por nosotros en el Calvario: doble sacrificio en doble misterio.
El relato de este hermoso hecho lo podemos leer en San Lucas, Capítulo 2, 22-39. La Ley de Moisés mandaba que a los cuarenta días de nacido el niño fuera presentado en el Templo. Hoy 2 de Febrero se cumplen los cuarenta días, contando desde el 25 de diciembre, fecha en que celebramos el Nacimiento de Jesús.
Hijos e hijas, el relato, aún sigue teniendo enseñanzas para nuestra vida interior. En aquel momento hizo su aparición un personaje muy especial, llamado Simeón; era un hombre inspirado en el Espíritu Santo quién, le había prometido, que no moriría sin ver al Salvador del mundo. Ve entrar a esta pareja de jóvenes esposos con su hijito en el Templo, y emocionado, pidió a Nuestra Señora que le dejara tomar por unos momentos al Niño Jesús en sus brazos y levantándolo hacia el cielo proclamó en voz alta dos noticias: una buena y otra triste.
La buena: que este Niño será iluminador de todas las naciones y que muchísimos se irán en favor de Él. Esto se ha cumplido muy bien. Jesús ha sido el iluminador de todas las naciones del mundo. Una sola frase de Jesús trae más sabiduría que todas las enseñanzas de los filósofos, una sola enseñanza de Jesús ayuda más para ser santo que todos los consejos de los psicólogos.
La triste: que muchos rechazarán a Jesús, y por causa de Jesús la Virgen Santísima tendría que sufrir de tal manera como si una espada afilada le atravesara el corazón.
Mientras aquel hombre inspirado habla así de la dignidad del Salvador y del misterio de nuestra redención, una santa viuda, de ochenta y cuatro años de edad, llamada Ana hija de Fanuel, célebre por el don de profecía y por la santa vida que constantemente observaba después de la muerte de su marido, con quién había vivido siete años, entro en el Templo, que frecuentaba mucho, y arrebatada del mismo espíritu y de los mismos ímpetus de gozo que Simeón, comenzó a alabar a Dios y contar lo que sabía de aquel divino Niño cuantos esperaban la redención y la salud de Israel. Esto nos deja que...
3. Siendo dóciles al Espíritu Santo cumpliremos la Voluntad de Dios. Ya Orígenes-en una homilia sobre el Evangelio de San Lucas- dice que Simeón no había ido por casualidad, sino que fue movido por el Espíritu Santo: "todos aquellos que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios"...También tú, si quieres abrazar a Jesús y tenerlo entre tus manos, si deseas hacerte digno de ser librado de la prisión, pon todo tu esfuerzo en ser dirigido por el Espíritu. Nosotros hemos de seguir con docilidad las inspiraciones del Espíritu, para ayudarnos a elegir lo que más nos acerca a Dios.
Por lo tanto, queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre; en esta fecha tan especial no dejemos de pedirle al Señor -en nuestra oración personal- que nos haga dóciles a las mociones del Espíritu Santo, para aceptar con humildad de corazón, su divina Voluntad; en la misión de llevarlo y darlo a conocer a todas las almas.

¡Hijos e Hijas, Dios me los bendiga!
P. Gustavo