Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:
Hace un buen tiempo que estoy ausente de este blog, y cuando he aparecido lo he hecho solo como una forma de informar y nada más. Siempre los recuerdo en cada oración que elevo al Padre que todo lo ve y lo escucha, no dejo de ponerlos en cada intención de la Santa Misa, lugar donde Cristo baja con todas sus gracias y bendiciones para cada habitante de esta ciudad y para el mundo entero.
Pero el propósito de hoy es acercar esta oración a San Jose Obrero, donde le recordamos como fue él siendo cabeza de familia; donde le pedimos por por nuestro pueblo y por sus trabajadores; donde nos ofrecemos para ser tallados en su amor a Dios y a nuestros hermanos.
José
que tanto nos dice tu
silencio...
Nos habla del hombre justo
que día a día se gana la vida
que cada día honra la vida
con sus manos callosas
y el alma luminosa de puro digna.
Nos habla del hombre que con su fé profunda
pudo enfrentar sus miedos y angustias
-porque la muchachita que sería tu esposa,
que llevaba de Dios la Vida en su vientre,
te peinaba de dudas y peligros para Ella...
pero pudo más tu amor y tu corazón-
-porque había un personaje prepotente
que en su cruel ambición de poder
fue capaz de masacrar niños
con tal de aniquilar al Dios
que te habían confiado como hijito-
Y supiste del desgarro del exilio
de ganar el pan con tus manos,
golondrina en lo que fuera,
para que nada le faltara a Ella
ni al hijito que era el Pan de Vida.
Hoy te pido que ruegues por mi pueblo
por todos los trabajadores
que buscan dignidad y sustento
por los que tienen y los que no tienen empleo
por los que son humillados
con salarios de miseria,
-casi casi como esclavos-
y se los considera nomás
una cuestión de dinero,
una medida de ajuste,
una variable de la crisis.
Fuiste un carpintero.
El hijito que te fue confiado, Jesús
hermano y Señor nuestro
seguro aprendió tu oficio.
Ayúdanos a tallar nuestros corazones
(Los hay de varias maderas
pero todos quieren ser mesas
en donde se encuentren los dispersos,
sillas en donde descansen los que caminan
y caminan, y no abandonan,
-como vos en camino a Egipto-
y unos cuantos, quizás muchos,
cruces dolientes que sin embargo
esperan confiados la Resurrección.)
Que podamos con tu apoyo
hacernos fraternos y dignos
anticipando el Reino
del Dios a quien llamabas Hijo.
San José Obrero
ruega por nosotros
Amén
Nos habla del hombre justo
que día a día se gana la vida
que cada día honra la vida
con sus manos callosas
y el alma luminosa de puro digna.
Nos habla del hombre que con su fé profunda
pudo enfrentar sus miedos y angustias
-porque la muchachita que sería tu esposa,
que llevaba de Dios la Vida en su vientre,
te peinaba de dudas y peligros para Ella...
pero pudo más tu amor y tu corazón-
-porque había un personaje prepotente
que en su cruel ambición de poder
fue capaz de masacrar niños
con tal de aniquilar al Dios
que te habían confiado como hijito-
Y supiste del desgarro del exilio
de ganar el pan con tus manos,
golondrina en lo que fuera,
para que nada le faltara a Ella
ni al hijito que era el Pan de Vida.
Hoy te pido que ruegues por mi pueblo
por todos los trabajadores
que buscan dignidad y sustento
por los que tienen y los que no tienen empleo
por los que son humillados
con salarios de miseria,
-casi casi como esclavos-
y se los considera nomás
una cuestión de dinero,
una medida de ajuste,
una variable de la crisis.
Fuiste un carpintero.
El hijito que te fue confiado, Jesús
hermano y Señor nuestro
seguro aprendió tu oficio.
Ayúdanos a tallar nuestros corazones
(Los hay de varias maderas
pero todos quieren ser mesas
en donde se encuentren los dispersos,
sillas en donde descansen los que caminan
y caminan, y no abandonan,
-como vos en camino a Egipto-
y unos cuantos, quizás muchos,
cruces dolientes que sin embargo
esperan confiados la Resurrección.)
Que podamos con tu apoyo
hacernos fraternos y dignos
anticipando el Reino
del Dios a quien llamabas Hijo.
San José Obrero
ruega por nosotros
Amén
Queridos hijos e hijas, prometo no abandonar este espacio demasiado tiempo, ya que hay muchas cosas lindas para contar y alegrarnos como comunidad.
¡Dios me los bendiga!
P. Gustavo