¡ Virgen Santa del Carmelo, acogenos bajo tu manto!

VIRGEN DEL CARMEN, TE PEDIMOS POR EL PROGRESO ESPIRITUAL Y MATERIAL DE ESTE ¡TU CHIVILCOY!

Evangelio del domingo: Dejar que Dios lo sea, Enmanuel


Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre:

Ya estamos próximos al gran día, esta reflexión nos invita a tomar conciencia de lo que celebraremos y a quien celebraremos. Espero que nos sea de gran utilidad.

Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm

Hay buenas formas que están ocultando una inconfesable "deformación". Hay modos educados que podrían estar maquillando una extraña grosería. Hay maneras de "respetar" a Dios, como las que nos narra Isaías en la primera lectura respecto del rey Acaz, con las que elegantemente tener a Dios bajo control, con una distancia suficiente como para que no influya ni modifique nuestra vida de cada día. Sería una forma de ateísmo, una manera de negar a Dios manejándolo, porque se le reduciría a algo: se le "perdona la vida" con tal que se esté quieto, que no moleste, que no nos critique, que no ponga su dedo en nuestras abundantes llagas, que no sospeche siquiera la falacia de nuestros disfraces.

El rey Acaz no quería "tentar" a Dios como buen creyente que conocía la Escritura: "no tentarás al Señor tu Dios" (Deut 6,16). No quería importunarle, porque Dios estaba bien en su nimbo de nubes y a sus divinas labores. Pero el profeta no aplaudirá este respeto que se ofrece para despreciar, esta veneración que se practica para ignorar.

Estamos ya a las puertas de la Navidad, y también a nosotros se nos ha anunciado esta Buena noticia prometida antiguamente por los profetas (Rom 1,2). No sólo para Acaz, ni sólo para Israel, sino para todos y para siempre, Yahvéh dejará de ser un Dios Altísimo (en cuanto lejano) para ser un Dios-con-nosotros, un Dios que ha querido acamparse en nuestro suelo (Jn 1,14), hablar nuestro lenguaje, pasear nuestras andanzas, sufrir nuestros dolores y gozar nuestros alegrones.

Si fuera sólo Dios pero no estuviese con nosotros, sería una divinidad tan lejana que sería opresora o inútil, y por lo tanto su salvación no nos interesaría ni nos serviría para nada. Si estuviera con-nosotros pero no fuese Dios, estaríamos ante alguien "buena persona", alguien "majo", pero que no podría acceder a los entresijos de nuestro corazón y de nuestra historia, en donde nuestra felicidad se hace o se deshace. Él es Dios y con-nosotros, es el Enmanuel. Ojalá que descubramos que jamás molestamos a un Dios que ha querido amarnos hasta la convivencia, hasta la coexistencia, hasta ser-estar con nosotros. Y ojalá nos conceda tratarnos entre nosotros como somos tratados por Él: que acogiendo y contemplando al Enmanuel, al Dios-con-nosotros, podamos a nuestra vez ser también nosotros hermanos-entre-hermanos siendo verdaderamente hijos-ante-Él.


¡Dios me los bendiga!

P. Gustavo.

Segundo domingo de Adviento: Profetas y acompañantes


Queridos hijos e hijas de mi amado corazón de padre

Llegamos al segundo domingo de Adviento, y la liturgia pone en escena la figura de Juan el Bautista. La personalidad de este hombre es bastante especial, ya que no busca atraerse la simpatía de las demás personas, sino que se siente responsable de dar a conocer que ha llegado al cumplimiento una promesa largamente esperada. No busca serenar los ánimos, al contrario, su lenguaje es un grito a la conversión, a salir del adormecimiento, para encontrarse con el verdadero Mesías.

Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm

Vamos a ser acompañados por profetas en este tiempo de Adviento. Lo decíamos el domingo pasado al hilo del Evangelio: que hay en nosotros esa intuición inequívoca de nuestro corazón que nos reclama respuestas a preguntas que de verdad nadie puede responder. El primero en acompañarnos es el profeta Isaías que nos recuerda esa intuición casi como una provocación: va a nacer algo nuevo, que florecerá como un tronco de lo mejor de las raíces de nuestro Pueblo. Para redondear esta visión ansiosamente anhelada, dibujará un cuadro "naïf": el lobo y el cordero, el leopardo y la cría del león, pastarán juntos y los cuidará un chaval; la vaca y el oso se harán mutua compañía, el león y el buey compartirán su comida, el niño de pecho jugará con el áspid y hasta meterá su mano en el escondrijo de la víbora. Efectivamente, comprendemos este lenguaje cuando vamos sustituyendo estos nombres y situaciones por los correspondientes a nuestro mundo. Isaías fue un primer precursor.

Otro profeta acompañante, en los tiempos mesiánicos ya, será Juan el Bautista, que junto con María la Madre del Señor, forma esa tríada de voces que nos llaman, nos enseñan a vivir cada Adviento acontecido. El Bautista hablará de aquél mismo Enviado anunciado por Isaías: sólo que ese Mesías estaba ya entre ellos. "Convertíos, porque el reino de los cielos está cerca". Este nuevo profeta la emprendía con los fariseos y saduceos que veía en torno suyo, increpándoles que no basta saber lo que los antiguos profetas dijeron, porque de qué sirve saber si no se vive eso que se conoce. Este era el problema de unos y otros: no desconocían las profecías sobre el futuro Mesías, pero sus vidas no eran una tierra adecuada para acogerlo cuando viniera. La semilla jamás puede germinar en los diccionarios que la definen ni en los manuales que la describen, sino en la tierra que la acoge. El Bautista trataba de despertar a su Pueblo: allanad senderos, enderezad entuertos, preparad el camino del Señor que viene.

En este segundo domingo de nuestro Adviento, la Palabra de Dios viene a nosotros como anuncio esperanzado, diciéndonos que efectivamente no nos engaña nuestro corazón cuando sueña un mundo diferente al que cotidianamente nos asomamos. Ese cielo nuevo y esa tierra nueva en donde Dios habitará entre nosotros, en donde no habrá llanto ni pesar, en el que todo lo caótico cederá para dar paso a una ciudad buena y bella, habitable según el proyecto de Dios, ya está entre nosotros. Esa tierra nueva es Jesucristo y su reino, que viene continuamente a quien le acoge.

Ante la propuesta que nos hace monseñor Jesús Sanz Montes, OFM. Te digo que,vamos avanzando en el tiempo de Adviento, y la pregunta que resuena en mi mente es ¿Cómo te estas preparando para la Navidad?. Este es un tiempo donde debemos crecer en la Oración y en la conversión, recuerda que no es un tiempo donde solo debemos pensar ¿que vamos a comer?, ¿donde lo vamos a pasar?. Oracion y conversión es la consigna.


¡Dios me los bendiga!

P. Gustavo